la autoindulgencia de sus previas producciones, el narcisismo que lo había conducido a mirarse en el espejo para ensayar sucesivos cambios de 'look', su cada vez más calculada búsqueda de una estampa de divo, entre otras obsesiones, parecían haber hecho de Lenny Kravitz un talento para no tomar muy en serio, una estrella de fugaz luminosidad, un tipo cada vez más lejano de los tiempos en los que amagó la resonancia propia de un verdadero hijo del rock and roll, llamado a ser una mezcla de Hendrix, James Brown y Marvin Gaye que, a estas alturas, debía ya haber ascendido entre los grandes.
Afortunadamente, tal vez con un mea culpa de por medio, Kravitz se olvidó de las trenzas, del cabello planchado a lo Michael Jackson, y se decidió a hacer su propia revolución: las canciones que integran su más reciente esfuerzo discográfico por fin resumen la esencia que el hombre había insinuado en álbumes como "Mama Said" (1992), "Are You Gonna Go My Way" (1993) e incluso buena parte del "Circus" (1995).

"It's Time for a Love Revolution", su vuelta a la vida, es una rendición a los clásicos de siempre, con residencia en las líneas tendidas por Led Zeppelin (fichas como "Bring It On" o "If You Want It" o "Will You Marry Me" son proverbialmente tributarias del monstruo creado por Page y Plant), pero también se dispara por otros flancos, a veces pegado al funk, a veces al blues o a la balada (de todas, sobresale con luz blanca "I Love the Rain").
Kravitz nos devuelve la fe en "A Long and Sad Goodbye", un reclamo airado a su padre: "Papá, tú eras el mundo para mí/ ¿por qué me abandonaste?/ ahora este es un largo y triste adiós"; también en formato de balada, inflamada de sentimiento: un dedo en la llaga. En tanto, en "Dancin' Til Dawn", Lenny es poseído por una onda expansiva a lo Rolling Stones en clave soul, ¿alguien dijo "Some Girls"?
En este nuevo disco hay pocos momentos bajos (tal vez "Good Morning"); casi todo es combustión, refulgente rock and roll ("Back in Vietnam"), pie en el acelerador... Se dio cuenta: era cuestión de hacer lo que se sabe y lo que se puede, de arrojar por la ventana las distracciones, de ser uno mismo.
Bien por Kravitz; ha vuelto a la vida.
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