Creemos que las razones de tal suceso obedecen a una conjunción matemática de oferta y demanda. Es decir, la unión entre la necesidad de la gran masa de oyentes de tener por fin en sus bandejas de sonido un verdadero disco de rock and roll y lo ofrecido por el quinteto que, además de Johnson, integran Angus y Malcolm Young en guitarras, Cliff Williams (bajo) y Phil Rudd (batería): una placa repleta de música garajera y comprometida con los humores de la calle y el vértigo de la autopista.
"Black Ice" equivale a una hora de auto en la carretera, donde ciertamente no hay sorpresas (por lo que estamos agradecidos), y donde más bien la banda se ha pulido en el proceso creativo para lograr grandes canciones con el formato ya conocido. AC/DC sigue siendo la misma cuadrilla de tipos con ganas de rockear sin parar, algo más cuajados, sí, pero con esa particular manera de sentir la música que les conocemos desde cuando eran poco más que unos insolentes chiquillos deslumbrados por el blues a mediados de los años 70.

De la pista uno a la quince no hay puntos bajos; la placa lo revienta todo a su paso, gracias a esos medios tiempos aniquiladores que la habitan y en los que el blues toma posesión, como de costumbre: hay en "Rock N Roll Train" y en "War Machine" y en "Wheels" toda una apología a sus propios fundamentos. Rock duro, simple y elemental, áspero y ácido. Acordes cuadrados y óseos (bravo, Malcolm); solos puntillosos y envenenados (Angus es Angus); base inoxidable, a prueba de todo (binomio Cliff/Phil); y una ebria voz macerada en sustancias (buena, Brian) que se ha hecho indispensable desde que arribara para cubrir el vacío dejado por otro tipo de elíxires como fue Bon Scott, muerto en su ley.
Y están "Stormy Mad Day" y "Spoilin' for a Fight" y, sobre todo, "Rock N Roll Dream", que juega un poco a ser la pieza distinta del rompecabezas, algo más controlada y con gran trabajo melódico y que, sin embargo, no deja de proveernos materia prima para confirmar nuestra vocación de acólitos rendidos al poder del sucio rock and roll callejero. El trabajo en producción de Brendan O'Brien no ha significado cambios en la auténtica filosofía de la banda, sino una plataforma lisa para que esta pudiese extraer lo mejor de sus posibilidades, aun en los (pocos) momentos de distracción, como en "Anything Goes", la pista más accesible del disco.
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